Desorden
  • fechasdel 24 de mayo al 28 de junio de 2014
  • galeriaGalería Alegría. Madrid
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Empecé este texto pensando en hablar de la piel, pero reconozco que en mis dibujos me importa más el proceso implicado que lo representado. Creo que tiene más fuerza lo no dicho pues el protagonista del dibujo es el procedimiento empleado y lo representado puede ir de piel o de paisaje, pero es algo secundario frente a la actitud necesaria para llegar a ello.

Yo solo quería dibujar y para ello, opté hace cuatro o cinco años por una especie de proceso autorreplicante originado en dibujos automáticos mientras hablaba por teléfono. En ellos, un primer elemento, por ejemplo una línea, prefigura el elemento posterior. Si una línea tiene una irregularidad, esa irregularidad se transmite después en la siguiente línea. Esta iteración constante de un mismo trazo es semejante a cualquier proceso de germinación biológica, pues genera resultados emparentados con la constitución fractal de la naturaleza, en la que una estructura que se contiene a sí misma se repite a cualquier escala.

La mano que dibuja una línea dibuja una onda que surge de forma natural, y a base de repeticiones de ondas emerge la estructura fractal. Una vez aplicada una fórmula, comienza a manifestarse un patrón natural y éste conecta con alguna representación, ya sea de fluidos, gases, orografías, tejidos orgánicos o inorgánicos, superficies, texturas, piel.

También he de reconocer que, debido al gusto por lo manifiestamente orgánico, no he evitado protuberancias sospechosas y que he disfrutado construyendo laboriosamente superficies regulares y precisas para después eyectar con furia pelos como escarpias. Quizá estos nuevos elementos espontáneos han sujetado el dibujo más a lo visible, lo han traído mucho «más acá», pero también han introducido estructuras nuevas en su interior y lo han enriquecido con el encuentro de dos maneras opuestas de enfrentarse al trazo. Una paciente, laboriosa, progresiva y precisa que sirve de base para otra gestual, inmediata y violenta que introduce desorden. Buena metáfora, el pelo, para el miedo al desorden.

No quería hablar de piel porque la imagen es el resultado visible del proceso de la onda, es la ilusión de realismo del dibujo, aunque la realidad es la onda. Aquí se establece fácilmente una relación con la creación musical en cuanto que estos dibujos son improvisaciones en el tiempo, con un principio y un final en la hoja de papel, sin posibilidad de corrección. Estos dibujos echan a andar como una melodía. Cada línea, como una nota, un sonido, una onda larga o corta, aparece y queda grabada tal y como ha nacido. Esta inmediatez es la que dota al dibujo de una gran frescura, porque todas las marcas realizadas están visibles.

La relación con la música hace al dibujo más sexy que la pintura. La música es claramente más erótica que la pintura por ser un arte en el tiempo, un acto que dura lo que dura, efímero como el sexo, que acaba y en breve despierta el deseo de hacerlo otra vez. Play it again.

Llegados aquí, hablemos pues de piel. En estos dibujos hay unas superficies representadas entre científicas, sensuales, grotescas y planos de observación que pueden ser elegidos por el espectador con un foco macro, micro o telescópico. Es en estos distintos grados de acercamiento donde confundimos las superficies que se nos proponen, donde sentimos la idea de cuerpo como íntima frontera, donde experimentamos entre el placer o la repulsión, el fracaso del animal que hay en nosotros y el conflicto por no ser ángeles tampoco.

Juan escudero
2014

Galería Alegría