Durante un tiempo, Juan, antes de lanzarse a la aventura de asentarse en Barcelona, montó junto a unos amigos una empresa de animación en 3D, un tipo de lenguaje que en esos momentos era pionero en el País Vasco.
Esto viene a cuento pues para mi su lenguaje tiene que ver con esa estructura de capas y tramas que constituye la base de la programación en 3D, este parecido está más claro en sus últimos trabajos realizados con fondo negro, que nos remiten directamente a la pantalla.
En sus dibujos Juan da a entender que el mundo o su representación está conformado por una malla en la que el volumen se construye a partir del control entre las variaciones de grosores del rotulador y los espacios interlineales.
En estos dibujos, la malla nunca se rompe, tiene una extensión infinita que el artista se ve obligado a limitar por la dimensión del papel, recuerdo muchas veces hablar con él del tema del marco y cómo solucionar los bordes de los dibujos, creo que le resulta realmente difícil poner un limite cuando su deseo es la dimensión ilimitada.
Juan teje una piel elástica, que modela a su gusto, busca temáticas que le permiten explayarse en un paisaje aparentemente repetitivo y de construcción zen pero que está vivo y en continua vibración, así aparecen en su obra espacios indeterminados y ficcionados elaborados por él mismo. Junto a estos espacios autoconstruidos el artista ha ido combinando y mezclando superficies que asemejan nuestra propia piel, en algunos casos parece que saca la lupa para buscar las líneas que constituyen esa superficie y así hacer ver que no es lisa y anodina sino que está construida de manera compleja.
Junto a estos trabajos de extensiones infinitas, Juan ha empezado a trabajar con fragmentos, esta acción le lleva al objeto, a la escultura, pero los planos siguen siendo pieles, recortes de pieles que se ensamblan, que construyen y acotan una forma.
Otra manera de acotar que me parece muy interesante es lo que podemos encontrar a través de sus trabajos en grabado, sobre todo en los casos en los que la plancha tiene una forma específica que al ser presionada por el tórculo se delimita y sobredimensiona, dando el aspecto de un objeto en relieve. Hay sobre todo una pieza ovalada con apariencia de piedra que encierra en sí misma la sensibilidad y el misterio que uno puede encontrar en los trabajos de Juan Escudero.
Alberto Peral
Mayo 2017
Galería Esther Montoriol >>
C/Diputació 339. Barcelona.